miércoles, abril 26, 2006

Perito Moreno

El tal Moreno fue un doctor que se dedicó a recorrer la Argentina e impulsó la creación de parques nacionales allá donde encontró algo digno de interés, que después de ver el mapa, fue por todas partes!! Lo de "perito", acá viene a ser doctor, porque el tío estaba versado y cuando acabó la carrera se doctoró. Después de eso, le pusieron su nombre a un pueblo, un glaciar y unas cuantas calles en diversas ciudades; una persona muy querida, incluso por mí, porque gracias a él se han preservado unos lugares que quitan el hipo y te atontan hasta el punto de querer parar tu corazón para escuchar mejor el "silencio" que te rodea, ese silencio que a veces se rompe por el crujido de un glaciar, el ulular del viento, las ramas secar rompiendose al paso de un caballo salvaje, el picoteo incesante de un pájaro carpintero buscando larvas entre los troncos, el graznido de un pato, el arrastrar de tu mochila de un zorrillo hambriento (Eh! Qué nos quiere robar el puñetero!) o el llamado agudo y penetrante de un ave rapaz... Y tu mientras te quedas bocas, porque no se puede hacer otra cosa.

El día que llegamos a El Calafate nos dedicamos a visitar una laguna protejida llena de aves (patos, flamencos, rapaces y vete tu a saber) que nadie nos enseñó, porque estaba cerrada, a pesar de suponerse abierta como claramente indicaba el horario de la puerta, así que como buenos españoles curiosos, nos saltamos la valla y nos dimos una vueltecita de algo más de hora y media por el camino perfectamente marcado. Bonito atardecer que acabamos en el pueblo cenando para reponer fuerzas.

Al día siguiente a las 8:00AM nos esperaba el autobús para ir a visitar el glaciar más famoso de Argentina, el Perito Moreno, que aún no siendo el más grande, es el de más fácil acceso y al que más se puede acercar uno sin peligro. Desde que en el año 2001 se abrió el aeropuerto del Calafate, cada día son más los turistas que llegamos al pueblo, y su crecimiento va siendo casi exponencial. Hay rutas a caballo, en todo terreno, trekking, pesca deportiva, canoas en el lago a cuya orilla se asienta el pueblo... pero lo que no puedes dejar de hacer, por lo que realmente viniste, es para visitar el glaciar.

Está dentro del Parque Nacional de los glaciares, el más grande de Argentina, a unos 80 kilómetros de El Calafate, que por la carrtera de "ripio" se convierte en una hora y media. Pagas el ticket del bus, pagas la entrada el parque, pagas el viaje en el barquito y allí estás, a escasos 300 metros del glaciar, con el sol despuntando por encima de las montañas dándole de lleno y escuchando...

El glaciar es simplemente impresionante. 60 ó 70 metros de hielo sobre el nivel de las aguas del lago, otros 100 metros bajo ellas, 4 kilómtros de frente de punta a punta, 30 kilómetros desde el punto en el que cae la nieva y empieza a compactarse para deslizarse montaña abajo a un ritmo lento, muy lento, que le lleva 300 años recorrer esos 30 km.

De vez en cuando se oye lo que podría ser un tiro, casi siempre en el interior del glaciar, y no pasa nada. Otro trozo de hilo que ha estallado por la presión. Pero otras veces... el chasquido viene seguido de un trozo de la pared que cae delante de tus ojos, lanzando al aire infinidad de cristales helados, zambuyéndose en el agua para volver a salir como un proyectíl y caer de nuevo, creando olas que llegan hasta el catamarán... no puedes dejar de tirar fotos, aún cuando ya no sientes las manos por viento helado.

Después subes a "las plataformas", que a un kilómetro de distancia del glaciar tienen montadas para que todo el mundo se pueda quedar horas mirando embobados, esperando, escuchando, comentando y rompiéndose el cuello cada vez que alguien dice "Mira, allí!", demasiado tarde, te lo has pedido...

El pueblo no da mucho más de sí, así que anulamos la última noche del hostel y nos fuimos para El Chaltén, capital nacional de trekking y pueblo base par "abordar el ascenso" al Fitz Roy, un pico bien lindo.

No se vayan todavía, aún hay más...


Pat Garret