Chile, al fin!
(02/05/06)
Once horas de colectivo nos depositaron (por decir algo) en Valdivia, una población costera Chilena que fue un punto estratégico en la ruta de los barcos españoles cargados de metales preciosos y de mercancías de las Indias hasta que fue tomado por el capitán inglés Drake (creo recordar), a sueldo del gobierno Chileno.
Debido a la importancia del lugar, se edificaron en la bahía de entrada al río sobre el que se sitúa la ciudad, hasta un total de 4 fuertes españoles en la población de Niebla y alrededores, que mediante un fuego cruzado de cañones, impedian la entrada a barco enemigo alguno. Visitamos el fuerte, pero como el nombre de la población anuncia, no pudimos ver gran cosa debido a la niebla...
El tiempo nos trató fatal y no vimos el sol en los dos días que anduvimos por Valdivia. Además, desde que entramos en Chile, nos han cobrado hasta para mear, y no es coña, que todos los baños públicos son de pago! No sólo es que Chile sea algo más cara que Argentina, como todo el mundo ya nos había avisado, es que además, todo cuesta unos pesitos.
A pesar de todo hay algo que nos dejó impresionados. En el mercado del río, vive una familia de lobos marinos en perfecta armonía con el ser humano, sobre todo con el ser humano que limpia pescado para venderselo al cliente, y que lanza hacia atrás los despojos para que los lobos marinos se deléiten sin dar ni chapa. Y así están los puñeteros, gordos como focas. La gente no deja de hacerles fotos y ellos tan tranquilos, con sus peleas de fanfarrón, a ver quien levanta más el cuello y gruñe más fuerte, mira que te pego un mordisco, quitá de ahí que este sitio es mío... pero no van más allá, al menos ahora que no es época de celo. Por lo que nos contaron, sólo hay machos, y en la época de celo nadan río abajo hasta el mar para buscar los placeres de la carne.
A eso debemos añadir cientos de chimangos que compiten con las palomas por el espacio aereo de la ciudad y cuyos estridentes chillidos son audibles durante casi todo el día, y hasta altas horas dela madrugada. Quizá más tarde también, pero es que yo duermo con las orejas cerradas.
Jardín botánico, zona universitaria con restaurantes con sus pizzas cuadradas por metros y una manifestación por un estudiante desaparecido, museo histórico sobre la colonización alemana y casitas muy chulas en el barrio en el que nos alojamos, que como nuestro propio hostel se componía de casas almenas del siglo pasado grandes y coloridas.
Mención aparte merece el hostel, tanto por lo hermoso del edificio, como por el trato totalmente mercantilista de sus empleados. Pero eso se lo dejo a Héctor si le apetece, que ya va estando algo harto de todos estos sitios de buena onda teórica... A cambio, nos cruzamos con Lorenzo, un francés corpulento y dicharachero que lleva 14 meses por sudamerica, pretende ver el mundial en Brasil, y que aparte de ser ingeniero industrial y dive master, no podía dejar de hablar de mota y mujeres; a sí, y de salir de fiesta y fumar mota, y de ligar con mujeres haciendo buceo.
El jueves en la noche partimos camino de Santiago en otro coche cama, y es que cuando uno se acostumbra a lo bueno...
Pat Garret.
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