domingo, mayo 21, 2006

Ese Vinito...

(13/05/06)


El sábado por la mañana nos levantamos un poco tarde y tras el ofrecimiento de Ariel, nos fuimos a realizar el tour de las bodegas. En un principio se trataba de la visita a 4 bodegas diferentes en las que nos contarían todo lo relacionado con el vino en la provincia del vino.

¿Comenté que los viñedos viniendo de Santiago eran "grandes extensiones"? Una mierdecilla comparados con estos!!! Según dónde leas, alrededor de la ciudad hay entre 600 y 900 bodegas, de las más de 1200 que existen en toda la provincia...

La primera bodega que visitamos fue, La Rural, que es también conocida como el museo del vino, y donde todo turista acaba yendo a ella en algún momento. Está muy orientada a grandes grupos y los guías hablan perfectamente español e inglés. Una visita rápida con muchos datos sobre los cién años de historia, un par de copitas de vino y un montón de artículos relacionados con el vino para comprar, así como una gran variedad de botellas.

La segunda, Familia di Tommaso, es una bodega familiar en la que nos mostraron toda la bodega sólamente a 4 personas, mucha más libertad para hacer preguntas, una charla mucho más cercana y amena y al final, degustación de 5 vinos distintos. De paso nos llevamos una botellita de malbec roble...

La tercera fue la bodega Carinae, bodega recuperada por unos franceses que llegaron con plata y compraron una serie de piletas en perfecto estado y unas cuantas hectáreas de viñedos con distintos tipos de uvas. Con un buen equipo de enólogos y un cuidadoso proceso de elaboración, o al menos eso te venden, están produciendo una serie de vinos "de calidad". Aquí cayeron otras tres copitas, y por fin un bocata de jamón con aceitito de oliva.

A la cuarta bodega no fuimos porque se nos hizo un poco tarde, pero total, ya íbamos algo contentos. No os creáis que cuando uno dice lo de "copa de vino", se refiere a una copa llena; no te ponen más que un dedito para probarlo, pero después de 10...

(13/05/06)

Entre las ofertas del Hostel se inclían también caminatas a caballo por la precordillera andina mendocina, y aunque Héctor no se sube en nada que piense por sí mismo, nos unimos a un grupo de estudiantes brasileños de intercambio en Santa Fé, que estaban visitando Mendoza, y yo me di el gustazo.

La caminata fue un poco sosa porque el terreno no acompaña para galopar, ni casi trotar, pero a cambio me tiré más de dos horas conversando con un gaucho de verdad, y su vida es como la del antiguo oeste, más o menos. Robos de ganado, reyertas y venganzas con muertes de por medio, problemas con límites de tierras, animales muertos en despeñaderos o por el frío, o incluso sacrificados para meterse en su interior en noches demasiado frías a la intemperie, manejo de boleadoras, cuchillo y revolver, caza de caballos salvajes y pumas que te matan el ganado, promesas a virgenes en los cerros, borracheras antológicas al bajar al pueblo, problemas con las autoridades y palizas en el calbozo...

Por la manera de hablar de Orlando, no me pareció que estuviera faroleando, ni exagerando. Al terminar la caminata y comentarlo con Héctor, el tuvo similares conversaciones con la gente de la estancia, y con Ariel, nuestro guía, y parece ser que no era un charlatán, ni mucho menos!!

(14/05/06)

Día tranquilo para recorrer Mendoza en bicicleta alquilada, y su parque San Martín. De paso os comento que Mendoza está en pleno desierto, y no llueven más de 200 mililitros al año, pero aprovechando el agua del deshielo, y con un buen par de diques, se las apañan para tener agua todo el año, que dirigen desde hace siglos a través de un sistema de acequias que se extienden por toda la provincia.

En la ciudad sirven para tener árboles en todas y cada una de las aceras, y dar así una abundante sombra que de no existir, haría imposible soportar las temperaturas de más de 50 grados a que llegan en verano. Para las viñas, permite que cada bodega disponga de unas 8 horas de regadío al mes, cantidad de agua suficiente para la producción del vino.

(16/05/06)

Intento de ascensión a Aconcagua, o al menos al mirador que existe en la ruta hacia Chile, y que te deja a 30 kilómetros. Al final, tras sopesar las distintas opciones, decidimos turistear a lo bestia y alquilar un tour que en 12 horas te lleva en microbús hasta allá, parando por el camino en el dique potrerillos, el Puente del Inca, Las cuevas y ascendiendo al final hasta la estatua del Cristo Redentor (4200 m.s.n.m.)

El día sale totalmente nublado, ha estado nevando durante las últimas 48 horas y además un camión ha volcado en la ruta, así que el paso a Chile está cerrado y lo mismo no podemos subir ni tan siquiera al Puente del Inca. A medida que ascendemos la policía nos va informando y el día se abre ligeramente, pero no lo suficiente como para ver el sol más de 10 minutos seguidos.

Debido a la nieve no se puede subir al Cristo Redentor, figura de bronce que se erigío tras fundir algunos cañones de los ejercitos de Chile y Argentina, y que simboliza la paz entre ambos pueblos. Paz en cuanto a la guerra, porque en lo demás, no se pueden ni ver, sobre todo después de la ayuda de Chile a Inglaterra durante la guerra de las Malvinas.

Como a la bajada nos sobra tiempo, paramos otra vez en el mirador de Aconcagua y hacemos un pequeño trekking que nos permite observar algunos fósiles, un cóndor y, por fin, casi totalmente despejada, la cumbre a lo lejos. Esto le vino muy bien a unos brasileños que nos acompañaban y que por primera vez en su vida veían y tocaban la nieve. Les tuve que mostrar lo que significa guerra de bolas de nieve, y rápidamente todo el grupo me ayudó...

Regresamos cansados, durmiéndonos por las esquinas tras 12 horas excursión incluyendo paradas, comida y el micro en el que no se puden estirar las piernas.

Mañanas salimos para San Agustín del Valle Fértil, desde donde nos adentraremos en la prehistoria...


Pat Garret.