martes, junio 13, 2006

Puno y el Titicaca

(06/06/06)

Nos tuvimos que levantar sobre las 5 de la madrugada nuestro último ¿día? en Aguas Calientes (aunque le han cambiado el nombre al pueblo por Machu Picchu para aprovechar el turismo), porque le tren salía a las 5'45AM. Tras hora y media llegamos de a Ollantaytambo donde, no bien has traspasado la valla que delimita la estación del tren, te encuentras con 15 autobuses de esos de 20 plazas, que te ofrecen llevarte hasta Cuzco por 6 soles, así que nos metimos en uno y topalante!

En Cuzco decidimos pasar otra noche para descansar un poco de los madrugones de los últimos días, así que visitamos otro par de museos "imprescindibles" y perreamos por la ciudad hasta el día siguiente que salimos en bus para Puno, a orillas del Titicaca.

No hicimos mucho en Puno, en la que sólo estuvimos una noche, pero nos sirvió para empezar a hacernos una idea de cómo es el lago... Algunos datos extraidos de una página web, y contrastados sobre el terreno hablando con la gente que vive en sus orillas: "Este lago se encuentra en el altiplano andino, en la frontera entre Perú y Bolivia. La superficie abarca unos 9000 kilómetros cuadrados y descansa a unos 3800 metros sobre el nivel del mar. Su profundidad máxima se estima ser de unos 460 metros. Claro, todas estas medidas aumentan según la ferocidad de las lluvias. El lago actual es una muy pequeña porción de lo que una vez fue un inmenso mar."

Sí, sí, habéis leído bien, 9000 kilómetros cuadrados de aguas azules y cristalinas, en su inmensa mayoría...

En Puno sólo recorrimos el centro turístico, que consiste en un par de calles paralelas cerca de la plaza de armas, y las perpendiculares que unen ambas en un recorrido de 4 cuadras. Suficiente porque nada más llegar y antes de salir de la terminal de autobuses, ya habíamos comprado los billetes para salir de allí en otro autobús al día siguiente, bien prontito por la mañana, para no perder la costumbre.

Lo que sí hicimos fue apretarnos un lomito de alpaca en la cena, y probé el vino caliente, que resultó ser una sangría a 50 grados con un sabor agradable a limón, cuando empezó a enfriarse un poco.


Pat Garret.