viernes, abril 28, 2006

Coche Cama?

(24/04/2006)

El martes iniciamos el gran viaje; un viaje que tras 30 horas de colectivo y un total de 44 de viaje, nos dejaría por fin en San Carlos De Bariloche. La primera parte no fue nada, porque después de regresar de El Chaltén hicimos una noche más en El Calafate para reponernos de nuestras largas caminatas, y porque queríamos afrontar el viaje de cuerpo entero. Así pues el martes a eso de las 15'00 agarramos en primero de los colectivos, que 4 horas después nos dejaba en Rio Gallegos. Tras una hora en la terminal de autobuses nos enfrentamos al primer gran reto; 12 horas del tirón en un autobús, pero en "coche cama", que consiste en un asiento más ancho de los normal, forrado en cuero muy bien mullidito, y con un reposa pies que llega hasta el asiento de delante y te permite estás casi tumbado. Al menos a un servidor, porque el metro noventa y pico de Héctor no le deja ir tan cómodo.

La cena, como la de los aviones, espaguetis con carne picada y bechamel en un recipiente de esos de aluminio recién calentado y un alfajor de postre, la película de turno, Sr. y Sra. Smith en versión original subtitulada, y un poquito de jazz del mp3 antes de caer sobado sin remedio hasta las 8 de la mañana que llegamos a Comodoro Rivadavia, una ciudad sin ná de ná, excepto los pozos petrolíferos prácticamente agotados. Bueno, y el museo del petroleo de YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales), en el que te cuentan toda la historia de la ciudad, desde que unos señores, buscando agua, encontraron el oro líquido.

Después de ver un anodino encuentro de Chapiñons Ligg entre el Barsa y el Milán en el que casi nos dormimos porque aquí lo echaron a la hora de la siesta, nos metimos en un cyber dos horas para ponernos al día con el blog y por fin llegó la hora de meternos en el último de los colectivos, catorce horas de 22'30 a 12'30 del día siguiente, pero esta vez en semi cama, que viene a ser un asiento de autobús cómodo, con reposa pies que sale del asiento de enfrente. Esta vez la peli fue Doom, pero eso sólo dura un par de horas como mucho, y después suerte con lo tuyo, a sobar si puedes, que yo, como todos bien sabéis, sí puedo!

(26/04/2006)

Llegando a San Carlos de Bariloche, en la terminal de autobuses, donde entre el que descarga el equipaje, el que te limpia el baño y el que te pone la maleta en el taxi, nos sacaron un par de pesos (en España a estos los llamamos gorrillas), nos abordó una chica muy maja que nos recomendó un hostel muy barato en que nos alojamos debido al cansancio acumulado, porque la verdad es que deja mucho que desear.

Bariloche es una ciudad muy, pero que muy turística que vive de la temporada de verano (trekking, canoa, caballo, excursiones en catamarán, escalada...) e invierno (ski principalmente) y en esta época está prácticamente vacía, aparte de que los empleados públicos están hartos de turistas y nadie nos daba información.

(27/04/2006)

Finalmente decidimos hacer una caminata sencillita de 3 horas de ida al cerro Otto, para bajar después en tele-cabina. Una paseo muy agradable que nos sirvió para conocer a Christian y Verónica, dos recién casados en luna de miel con los que hablamos durante todo el camino de vuelta; y es que las tele-cabinas no funcionaban, pero como nadie nos daba información actualizada... pues en total cinco horitas para subir y bajar.

Esa misma noche cenamos con ellos y seguimos conversando, pero ya os contaré, que ahora me espera la cama y ya hace un rato que me está llamando.


Pat Garret.

miércoles, abril 26, 2006

EL CHALTEN.

Cuando estaba en España y pensaba en los destinos a los que iriamos, y trataba de imaginarme lo que aquí nos encontrariamos , imaginaba Ushuaia como esa ciudad del fin del mundo, pero , claro , en la definición estaba el error (sabes lo que te quiero decir?) : ciudad. Efectivamente ,Ushuaia es una pequeña ciudad , pero una ciudad al fin y al cabo que los dias nublados ,esos en los que las montañas que lo rodean se cubren de niebla , si uno no piensa donde esta situado en el mapa , como allí se desarrolla la vida no se diferencia demasiado a simple vista de la que aquí llevamos ; trabajo , casa , tele , coches , compras , centros comerciales , etc. Posiblemente haya una soledad soterrada en los que allí viven , saben que salir de Ushuaia no es facíl si no tienes plata , pero el turista no puede compartir ese sentimiento.
Pero según hemos pasado a El Calafate , una pequeñita ciudad en mitad de la Patagonia que vive de y para el Glaciar (de nada ) Perito Moreno ; y sobre todo el Chalten , un pueblito a 200 Kms de El Calafate , que se tarda 4 hs en llegar por carretera , aquí si que realmente se tiene esa sensación de estar perdido de la mano de Dios ( no me refiero a Maradona o como le llaman aquí el barrilete cósmico) , absolutamente aislado (no hay cobertura de movil) , parece un pueblo de pelicula del oeste , con un viento que lo barre y te deja medio loco , un lugar donde realmente se respira la paz y soledad , si encima se pasea por los bosques , tienes la sensación de estar solo en el mundo , una sensación que no está mal tener de vez en cuando.
Un sitio que sino lo arruina la próxima creación de una mejor carretera si que me ha dejado huella.

Saludos de cordo.

EL DÍA H.

Cuando el despertador sonó aquella mañana a eso de las 4:30 horas a.m. (antes mortem) en el campamento base de El Chalten , me levanté sin dudarlo para comprobar si definitivamente aquel sería el día H , si las condiciones climaticas que Franmusen, mi compañero en mil y una ascensión , había averiguado la noche anterior con su GPS conseguido con los puntos del Ahorra Más se confirmaban , los viveres se terminaban (apenas nos quedaban 12 botellines y una bolsa de José Ignacios) , era entonces o nunca. La ansiedad se notaba en nuestros rostros , llevabamos varias semanas esperando para poder realizar aquella ascensión que solo unos pocos elegidos (a dedo como siempre) habian conseguido, el Ramón de Carranza de los escaladores les gusta llamarlo y miré a nuestro reto de aquel día atraves del ventabuco del cuarto, el Fitz Roy , si amiguitos , el Fitz Roy , un monte de yo qué se los metros que tiene aquello ,muchacho , abrupto en sus formas y plano como un objeto plano .
Medité por unos minutos mientras me encendia una pipa que un indio huaraachi me habia modelado con sus propios pies en mi ultima ascensión al Aconcagua , mientras Franmunsen repasaba el equipo de escalada , yo me dirigí al baño , eché un pisito y me volví a acostar ,que estas no son horas pa na .

Perdonad por la gilipollez , pero he recibido noticias vuestras y estoy contento . Ya el compañero Franmusen se encargará de lo serio.

Saludos de cordo.

El Chaltén (o "Cómo estar orgulloso de uno mismo")

Eso se lo he robado a Héctor, que tras 5 horas pateando por el monte me comentó que hasta el mismísimo aventurero Carlos Ortega podría estar orgulloso de nosotros. Y es que después del bautismo de fuego en Ushuaia, y comprobar con gran regocijo por mi parte que de los tres pares de botas que me compré, me quedé con los buenos, hemos andado un poquito más y, oye! que uno acaba cansado, pero al día siguiente tiene ganas de más.

Llegamos a El Chaltén, capital nacional del trekking, a eso de las 12 después de 4 horas de viaje para hacer 220 kilómetros, la mayoría de ellos de ripio (RAE: Cascajo o fragmentos de ladrillos, piedras y otros materiales de obra de albañilería desechados o quebrados, que se utiliza para rellenar huecos de paredes o pisos. FRAN: Una carretera de piedras y tierra en la que no puedes ir a más de 40 Km/h si no quieres quedarte sin coche) y nos dieron una charla explicativa del parque de los Glaciares (el mismo que el del Perito Moreno... es que es tan grande!!), pero esta vez sin que pagásemos nada.

Tras las explicaciones del personal y todo un decálogo de recomendaciones y advertencias para, por un lado no morir en el intento y por otro que nuestra estadía pasase totalmente inadvertida, nos dimos cuenta de que no disponíamos de las teóricas 8 horas de luz necesarias si queríamos subir hasta el Fitz Roy y bajar, así que nos encaminamos hacia el mirador del cerro Torre, uno más chiquito que está a la izquierda del Fitz. Por el camino nos encontramos con Pep e Inma, los recien casados que conocimos en el Perito Moreno, catalanes y republicanos a muerte (por lo menos él) y constatamos un hecho, no hay quien les caye. Pero muy buena gente, eso sí. En dos días, te parecen de la familia, porque te da la sensación de conocer toda su vida!!!

A la bajada nos encontramos con fuerzas y visitamos El Chorrillo; una cascada muy chula que nos hizo completar las 5 horas de caminata del día. Para calentar piernas, como decía yo, y al día siguiente a por el Fitz. Pero no, porque amaneció lloviendo y la cama del hostel era la mejor que habíamos probado desde que aterrizamos en BAs. Este segundo día fue muy tranquilo, sobre todo porque (por fin) perdí de vista a Héctor. Se levanto algo más tarde que yo y sin saber cómo ni por qué, no conseguimos encontrarnos en un pueblecito que tiene 2 calles!!

El Chaltén se emplaza a la orilla de un río de aguas azul verdosas debido a los minerales en suspensión que arrastran los glaciares que lo alimentan, en medio de un valle que en otro tiempo fue un gran bloque de hielo deslizándose y dando forma a las piedras, para retirarse unos millones de años después convirtiéndose en un caudaloso río que rellenó con tierra el valle, y que a la larga ha acabado como un río bastante ancho durante el deshielo que serpentea por el mismo. Me recordó bastante a Curavacas, pero en grande. Poco a poco el pueblo a ido creciando gracias al turismo, que empezó siendo principalmente de escaladores, y que cada día es más heterogeneo, y si como se supone acaban la carretera asfaltada, engullirá al pueblito para pasar convertirlo en un centro vacacional más...

Como os decía, nos perdimos hasta por la tarde, cuando nos volvimos a encontrar en el hostel, y para nuestra sorpresa ambos habíamos ascendido al mirador de los condores sin llegar a cruzarnos. Yo ví 5 cóndores sobrevolar el mirador, y aunque no tengo mucha idea de zoología avícola, me lo creo porque había una pareja de holandeses que me avisaron, y él estaba ¡loco por el cóndor, oigaaaa!

Por fin nuestro último día, hoy sí o sí nos subimos al Fitz Roy, que lo hemos visto desde el pueblo varias veces, aunque la mayoría del tiempo estuviese cubierto. Como somos animales de ciudad hicimos un poquito de trampa y alquilamos un taxi manejado por Tere, la directora-profesora-administradora del jardín de infancia, que casi nos saca de la carretera en una curva cegada por el sol. Rodeando un cerro, nos dejo en otro camino de acceso, a la misma distancia del pico aproximadamente, pero algo más arriba, con lo que nos ahorramos la primera hora de dura subida, convirtiéndola en un paseo por el lecho del río, atravesando bosques de lengas, calafates y ñires. Parada a una hora y media para observar el glaciar Piedras Blancas, de un azul casi inverosimil, y es que cuando el sol no incide directamente en los glaciares, estos toman un color azul más intenso cuanta mayor presión sufrió la nieve para convertirse en hielo, o a lo largo de su recorrido descendente. La laguna a sus piés, como un espejo inquebrable, liso, pétreo, reflejando la montaña, el cielo, al propio glaciar... si el viento lo permite.

Llegamos hasta el campamento Poicenot, a una hora por una escarpada pendiente de la Laguna de los Tres, base del Fitz Roy. Agua-nieve, viento, frío, nubes... cagontoloquesemenea. A pesar de la mano que me atenaza las entrañas y tira de mí hacia arriba, tengo que reconocer que no merece la pena, y tras reponer fuerzas, y hechar un último vistazo a la nube tras la cual seguro que la cumbre se está riéndo de nosotros, emprendemos el descenso sin prisas, disfrutando de los momentos de paz en que los árboles o las rocas nos protejen del viento y algún rayo de sol nos alcanza.

El paisaje no tiene precio. De un lado la montaña envuelta en nubes, del otro el cielo azul sobre el valle. Por momentos es necesario ponerse los guantes, la braga polar, el gorro y la capucha; cinco minutos después te tienes que quitar hasta la "campera" y ponerte las gafas de sol, hasta que te paras otra vez y el viento gélido te empieza a secar el sudor, comienza a llover de nuevo y vuelta a empezar.

Arroyuelos, lagunas, rocas desnudas, cientos de arboles retorcidos en su lento crecimiento a favor del viento, cientos de ellos partidos por la mitad o simplemente arrancados de cuajo con las raices al aire, espacios arrasados por una bomba natural que ha matado todo lo que sobresale más de medio metro del suelo con su constante e invisible fuerza, día tras día, año tras año, sin dejar de soplar, de nevar, de helar; musgos que se adieren a los troncos, árboles que nacen de entre sus parientes muertos, y la paz. Te das cuenta de lo insifnificante que puede llegar a ser el ser humano al apreciar que las cosas no están hechas a su escala, todo es inmenso, todo es extremadamente inhospito, un lugar en el que sólo algunos animales adaptados a lo largo de infinitas generaciones, pueden sobrevivir.

Bajamos hasta el mundo de los mortales y nos metimos en un hostel-restaurante para degustar una milanesa napolitana. En este país la gente cocina a escala, y una milanesa no puede ser menor del doble de cualquier filete español, así que si a eso le pones encima tomate frito, queso, jamón york y orégano... yo, no me lo acabo! Pero jamás te quedas con hambre, prometido.

Poco después nos metimos en el primero de una serie de autobuses que, tras unas 34 horas de viaje, nos deberían dejar en Bariloche, nuestra próxima parada.

Como dicen por Waslala, "seguimos caminando".


Pat Garret.

Perito Moreno

El tal Moreno fue un doctor que se dedicó a recorrer la Argentina e impulsó la creación de parques nacionales allá donde encontró algo digno de interés, que después de ver el mapa, fue por todas partes!! Lo de "perito", acá viene a ser doctor, porque el tío estaba versado y cuando acabó la carrera se doctoró. Después de eso, le pusieron su nombre a un pueblo, un glaciar y unas cuantas calles en diversas ciudades; una persona muy querida, incluso por mí, porque gracias a él se han preservado unos lugares que quitan el hipo y te atontan hasta el punto de querer parar tu corazón para escuchar mejor el "silencio" que te rodea, ese silencio que a veces se rompe por el crujido de un glaciar, el ulular del viento, las ramas secar rompiendose al paso de un caballo salvaje, el picoteo incesante de un pájaro carpintero buscando larvas entre los troncos, el graznido de un pato, el arrastrar de tu mochila de un zorrillo hambriento (Eh! Qué nos quiere robar el puñetero!) o el llamado agudo y penetrante de un ave rapaz... Y tu mientras te quedas bocas, porque no se puede hacer otra cosa.

El día que llegamos a El Calafate nos dedicamos a visitar una laguna protejida llena de aves (patos, flamencos, rapaces y vete tu a saber) que nadie nos enseñó, porque estaba cerrada, a pesar de suponerse abierta como claramente indicaba el horario de la puerta, así que como buenos españoles curiosos, nos saltamos la valla y nos dimos una vueltecita de algo más de hora y media por el camino perfectamente marcado. Bonito atardecer que acabamos en el pueblo cenando para reponer fuerzas.

Al día siguiente a las 8:00AM nos esperaba el autobús para ir a visitar el glaciar más famoso de Argentina, el Perito Moreno, que aún no siendo el más grande, es el de más fácil acceso y al que más se puede acercar uno sin peligro. Desde que en el año 2001 se abrió el aeropuerto del Calafate, cada día son más los turistas que llegamos al pueblo, y su crecimiento va siendo casi exponencial. Hay rutas a caballo, en todo terreno, trekking, pesca deportiva, canoas en el lago a cuya orilla se asienta el pueblo... pero lo que no puedes dejar de hacer, por lo que realmente viniste, es para visitar el glaciar.

Está dentro del Parque Nacional de los glaciares, el más grande de Argentina, a unos 80 kilómetros de El Calafate, que por la carrtera de "ripio" se convierte en una hora y media. Pagas el ticket del bus, pagas la entrada el parque, pagas el viaje en el barquito y allí estás, a escasos 300 metros del glaciar, con el sol despuntando por encima de las montañas dándole de lleno y escuchando...

El glaciar es simplemente impresionante. 60 ó 70 metros de hielo sobre el nivel de las aguas del lago, otros 100 metros bajo ellas, 4 kilómtros de frente de punta a punta, 30 kilómetros desde el punto en el que cae la nieva y empieza a compactarse para deslizarse montaña abajo a un ritmo lento, muy lento, que le lleva 300 años recorrer esos 30 km.

De vez en cuando se oye lo que podría ser un tiro, casi siempre en el interior del glaciar, y no pasa nada. Otro trozo de hilo que ha estallado por la presión. Pero otras veces... el chasquido viene seguido de un trozo de la pared que cae delante de tus ojos, lanzando al aire infinidad de cristales helados, zambuyéndose en el agua para volver a salir como un proyectíl y caer de nuevo, creando olas que llegan hasta el catamarán... no puedes dejar de tirar fotos, aún cuando ya no sientes las manos por viento helado.

Después subes a "las plataformas", que a un kilómetro de distancia del glaciar tienen montadas para que todo el mundo se pueda quedar horas mirando embobados, esperando, escuchando, comentando y rompiéndose el cuello cada vez que alguien dice "Mira, allí!", demasiado tarde, te lo has pedido...

El pueblo no da mucho más de sí, así que anulamos la última noche del hostel y nos fuimos para El Chaltén, capital nacional de trekking y pueblo base par "abordar el ascenso" al Fitz Roy, un pico bien lindo.

No se vayan todavía, aún hay más...


Pat Garret

domingo, abril 23, 2006

TO LO QUE VIENE SIENDO LAS PERSONAS

Son varios los atractivos de un viaje , pero si yo tuviera que elegir uno , es el aspecto antropologico ( no pidaís que repita esta palabra , me la sopló alguien antes de salir , saludos Elena) . Conocer otras formas de vida y a personas de sitios muy lejanos , o no , a mi manera de vivir y pensar me atrae.
En el Gran Buenos Aires , como toda gran ciudad , el contacto es dificil ya que el extranjero no es solo turista como en el resto de las pequeñas poblaciones a las que llegamos por lo que quedo reducida al empleado (creo ) del hotel en el que estuvimos alojados.Un gallego de Lugo que emigró a Argentina hace ya 40 o 50 ( o 90 , yo que sé ) años , un pequeño señor que nos servía ,con muho cariño y atención, el desayuno todas las mañanas desde que se enteró que mi padre tambien es tambien gallego - gallego , preocupandose por lo que ibamos a hacer en ese día .
Pero fue en Ushuaia donde hemos conseguido mayor acercamiento con la gente de allí .
Empezemos por Esteban Peroto , lo conocimos en un restaurante mientras cenaba con su mujer y la tia de esta . Esteban es un taxista de 52 años de Ushuaia que íba un poco "tomado" , su sobrino juega en el Málaga de fútbol , claro , la religión mundial del fútbol nos sirvió como introducción para hablar de todo lo demás. Es un ex-combatiente de la guerra de las Malvinas (imposible olvidarlo lo repitió , unas ....., yo que sé 1000 veces, entre otra ronda jefe!) que cuando se enteró de mi condición de empleado de producción televisivo ( que yo repetí , otras , yo que sé , 1500? , Fran me corrige , fuerón 2000) me propuso (o fuí yo?) un documental sobre lo que sufrierón los casi adolescentes mal preparados que fuerón a una guerra , que a ún general borracho se le pusó en la punta del ..... En Ushuaia hay una base naval , por lo que allí viven unos 5.000 ex-combatientes de esta guerra. En fin quedó en un proyecto , dios proveera o no.
Ahora viene Roque , un camarero recien divorciado de 40 años , que tiene esa facilidad de algunas pocas personas de hacerse querer con poco que le conozcas. Nos instruyó sobre la vida en Ushuaia , una ciudad en el fin del mundo pero más ciudad de lo que uno pensaba . La soledad , el frio y un entorno sobrecogedor (palabrón) marcan una ciudad en el que el 20% son funcionarios.
Roque se va a trabajar a Cadíz ( Fran irá a verlo en cuanto llegué) para hacer dinero y montar un negocio en esta parte del mundo en unos años . Un gran tipo que habrá que seguirle el rastro.
Ahora estamos en El Chalten un increible pueblecito entre montañas que ya describiremos , aquí hemos conocido una pareja de catalanes , Pepe e Inma (muy majos) , que él me ha enseñado de primera mano lo que es un republicano bien formado y razonado. Solo un dato , estan de luna de miel , se casarón el día del 75 aniversario de la Republica y en su boda sonó el himno de la Republica , no te digo na .
Estos son con los que más estrecho contacto hemos tenido , pero el idioma permite que se repita con más facilidad que en otras latitudes (mientras escribo esto Fran habla con un señor mientras ven River - Argentino Juniors) . Me gusta aprender y esta es una buena forma .

Saludos de cordo.

Cordero Fueguino


Bien es sabido que Argentina es el país de la carne, ¡y vaya carne!! Si bien en Ushuaia la especialidad es el cordero, que introdujeron aquí los colonos. Así que el reclamo de los pocos restaurantes que quedan abiertos en esta época del año por estar ya en temporada baja, consiste en tener escaparates con corderos abiertos en canal y ensartados en rejillas de metal sobre unas brasitas de leña, que abren el apetito al más vegetariano (sin ofender...).

Seguramente Héctor os escriba un post hablando de nuestros nuevos amigos, el excom de las Malvinas y Roque, el camarero herrante. Yo mientras os cuento qué hicimos...

El primer día nos metimos dedicamos a recorrer el pueblo y recopilar información sobre posibles excursiones y visitas a museos, y visto que se nos hacía de noche, acabamos en el museo/prision del pueblo. Como en todo el resto del territorio, aquí también ha habido una gran disputa por las tierras desde el siglo pasado, en el que Chile y Argentina empezaron a disputarse cada palmo de terreno. Para poder exigir la soberanía hacía falta que viviese gente, pero nadie quería venirse aquí a labrarse un porvenir por las temperaturas extremas y la incomunicación, así que decidieron crear una carcel a la que mandar presos militares y civiles reincidentes. Así se erigió la primera colonia argentina en el lugar. Los propios presos construyeron la carcel y no hizo falta ponerles demasiadas barreras para evitar sus escapadas, porque la propia naturaleza se encargaba de devolver todo preso fugado al abrigo de los muros y la comida caliente. Y los que nunca regresaron, se dieron por muertos tras dos semanas, así que nunca hubo ninguna fuga oficial.

Más tarde se llevaron asesinos e incluso presos políticos, y entre los primeros, cabe destacar al "petiso orejudo", un personaje que guarda cierto parecido físico con un servidor, y que ya os mostraremos en foto...

Hoy en día Ushuaia es una ciudad de unos 80.00 habitantes repartidos en casitas bajas muy chulas las nuevas, y casi chavolas las antiguas, con una calle principal plagada de restaurantes y comercios de todo tipo en el centro "turístico", y casi nada en el resto, más que casa y de vez en cuando un colegio o una iglesia.

Al día siguiente nos subimos a un pequeño barquito que nos llevo hasta el faro del fin del mundo (que no es el que inmortalizó Julio Verne en su obra), y a unas islitas en las que pudimos casi tocar una colonia de cormoranes y otra de leones marinos, para desembarcar después en la única isla con permiso para ello, donde pudimos observar la flora autóctona y escuchar explicaciones sobre los antiguos pobladores de este confín del mundo, los yamanás. Un pueblo que vivía prácticamente desnudo, pero siempre al calor de inmensas hogueras que incluso llevaban encendidas en sus barcas de corteza de lenga (de ahí lo de tierra de fuego), y grandes comedores de mejillones.

El día se estropeó, así que esperamos el siguiente para hacer una rutita de 6 horas de trekking por el parque nacional entre bosques de lenga (un especia de olmo), pájaros carpinteros, rapaces, un zorro, patos y caballos salvajes. Muy "gonito" todo, pero muy cansado al final del día.

El último día alquilamos un coche, porque no había quien saliera a pasear, y nos pusimos en ruta hacia el lago Fagnano. En el camino recogimos a dos autoestopistas ingleses que acababan de empezar un viajecito de un año por sudamerica y los llevamos hasta el siguiente pueblo, 110 kilómetros más allá.

Ahora salimos hacia El Calafate a ver el Perito Moreno, ya os contaremos...


Pat Garret.